Aclarando algunas cuestiones sobre el incendio de Seseña

Es posible que a raíz del incendio en el vertedero de neumáticos de Seseña originado la madrugada del 13 de mayo hayan surgido dudas tales como: ¿Qué sustancias se liberan a la atmósfera en ese proceso de combustión? ¿Qué riesgos suponen esas sustancias para la salud? ¿Y para el medio ambiente? Desafortunadamente no es el primer incidente de este tipo, pero al menos tenemos la suerte de contar con estudios científicos que nos ayudan a dar luz a las cuestiones planteadas previamente:

En el verano de 2012 se produjo un incendio de 1.3 millones de neumáticos en Iowa (Estados Unidos), durante el cual investigadores de la Universidad de esta misma ciudad llevaron a cabo una serie de mediciones in situ para caracterizar las emisiones de gases y partículas. Encontraron concentraciones significativas de monóxido de carbono (CO), dióxido de carbono (CO2), dióxido de azufre (SO2), hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs o PAHs en inglés) y partículas finas (PM2.5, menores a 2,5 micrómetros) con alto poder de penetración en las vías respiratorias. Otro estudio llevado a cabo por el mismo equipo de investigación cuantificó el impacto del incendio sobre la calidad del aire, propuso un Índice de Calidad para su uso en otros incendios y caracterizó los riesgos asociados a estos contaminantes. Los autores además dieron una serie de recomendaciones para responder a posibles futuros incidentes comparables, sin embargo, pusieron de relieve el grado de variabilidad en los mismos debido, por ejemplo, a las condiciones meteorológicas.

Se sabe que muchas de estas sustancias son tóxicas (como el caso del CO), pueden causar problemas respiratorios (PM2.5), cáncer y/o mutaciones (PM2.5, HAPs). Además, los riesgos para la salud son superiores cuanto mayor sea la proximidad a la fuente de emisión y menor el grado de dispersión, y por tanto más elevada sea la concentración de los contaminantes. Esto depende, a su vez, de la dinámica de la atmósfera ya que en caso de estabilidad atmosférica (anticiclón), la escasez de viento dificulta que los contaminantes se dispersen, lo cual conlleva impactos sobre la salud más graves en poblaciones sensibles como los niños, ancianos y personas con enfermedades respiratorias o cardiovasculares. Además, con la ayuda de las precipitaciones, estas sustancias podrían llegar a contaminar cultivos e incluso aguas subterráneas. Otros problemas a tener en cuenta son aquellos derivados de la evolución de estos contaminantes en la atmósfera, ya que algunos de ellos como el CO2 o el SO2 pueden transformarse químicamente en otros compuestos que contribuyen a procesos de mayor escala como el incremento del efecto invernadero o la lluvia ácida.

Como podréis observar, el incendio del vertedero de neumáticos de Seseña implica no sólo pérdidas económicas considerables, sino también riesgos importantes para la salud y el medio ambiente. Es importante señalar que estudios como los anteriormente citados proporcionan información valiosa por su mayor aproximación a la realidad que otros basados en experimentos de laboratorio, así como por su contribución a la mejora de técnicas de monitorización y modelización de la dispersión de estos contaminantes y de la evaluación de riesgos para la salud pública.

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