Los saneamientos públicos y en particular el alcantarillado son vitales para el mantenimiento de la salud colectiva. Los diseños actuales plantean algunos problemas que pueden ser muy graves, como la formación de avenidas torrenciales que arrastran coches, inundan negocios y casas e incluso ponen en riesgo la vida de personas. Conocemos muy bien estas avenidas por lluvias puntualmente torrenciales en las zonas mediterráneas que, según las expectativas por el calentamiento climático, serán cada vez más frecuentes. Se repiten en las noticias cada otoño.
En gran medida estos problemas se solucionarían si los desagües de las aceras y calzadas no fueran impermeables y el suelo pudiera ir tragando el agua que cae evitando la formación de riadas que colapsen el alcantarillado. Los árboles y las plantas son de gran ayuda porque sus raíces generan vías de inflación del agua en el subsuelo. Además, las plantas y los organismos del suelo ayudan a descontaminar la suciedad que arrastra el agua de lluvia (aceites de motor, partículas emitidas por los tubos de escape, metales, etc), que de otro modo acabarían en la depuradora o directamente en nuestros ríos (en caso de lluvias torrenciales las depuradoras dejan pasar el agua para evitar daños).
En realidad el cambio de diseño sería muy sencillo, nuestras ciudades ya tienen árboles con sus alcorques, rotondas con jardines y fuentes y bulevares ajardinados que nos pueden ayudar a descontaminar e infiltrar las aguas pluviales ¿Qué necesitamos entonces? Tres cosas:
* que las autoridades políticas estén informadas de cuales son las nuevas soluciones a viejos problemas,
* que los técnicos actualicen su formación y apliquen las nuevas técnicas
* y lo más importante, que nosotros los ciudadanos demandemos soluciones eficaces, definitivas y sostenibles.
http://www.iagua.es/blogs/ana-abellan/3-diferencias-drenaje-sostenible-y-convencional
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