¿Coevolu…qué?

La coevolución es el proceso por el que dos o más organismos ejercen presión de selección mutua y sincrónica, en tiempo geológico, que resulta en adaptaciones específicas recíprocas (Janzen, 1980). Ehrlich y Raven acuñaron el término coevolución en 1964 aunque ya Darwin (1859) hablaba de este fenómeno en su libro El Origen de las Especies: “Así puedo comprender yo cómo una flor y una abeja pudieron lentamente -ya simultáneamente, ya una después de otra- modificarse y adaptarse entre sí del modo más perfecto mediante la conservación continuada de todos los individuos que presentaban ligeras variaciones de conformación mutuamente favorables”.

Una de las hipótesis más famosas referidas a la coevolución es la hipótesis de la Reina Roja, propuesta por Leigh Van Val en en 1973. Esta establece que “para un sistema evolutivo, la mejora continua es necesaria para sólo mantener su ajuste a los sistemas con los que está coevolucionando”. Un ejemplo de esto se encuentra en el modelo depredador-presa. Si el conejo corre más rápido, el zorro debe adaptarse para poder correr más rápido y cazar a su presa (Ene, 2014).

Un ejemplo de coevolución por mutualismo entre una planta y un polinizador es el observado entre colibríes y flores. Algunos investigadores creen que las plantas y colibríes han coevolucionado ya que se observa una gran complementariedad entre sus estructuras, lo que aumenta la eficiencia en la extracción del néctar por parte de las aves. Características de las plantas tales como el color de las flores, la secreción de néctar, orientación, disposición de estructuras sexuales y forma tubular de las corolas, entre otras, se consideran producto de esa co-adaptación respecto a ciertas características de los colibríes, como su capacidad visual, dependencia del néctar, forma de sus picos, patrón de vuelo, etc. Sin embargo, otros científicos afirman que se necesita una fuerte especialización que induzca el proceso co-evolutivo y en este caso, no la hay. Alegan que muchos colibríes visitan plantas con corolas que no se ajustan exactamente a su pico con bastante frecuencia como para no depender de aquellas que se acoplan con precisión.

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Imagen 1. Colibrí alimentándose del néctar de una flor

Otro ejemplo se da entre las mariposas del género Heliconius y las plantas del género Passiflora, popularmente conocidas como «flores de la pasión». Este nombre fue escogido por el botánico inglés Leonard Plukenet y proviene del latín flos passionis (flor de la pasión). Los primeros misioneros en América, identificaron en las flores similitudes morfológicas con los instrumentos usados en la pasión de Cristo, como la corona floral con tintes sanguíneos simulando la corona de espinas ensangrentada y los tres carpelos cabezudos simulaban los tres clavos.

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Imagen 2. Huevo de mariposa sobre un zarcillo de una flor de la pasión.

Estas plantas son capaces de desarrollar estructuras que se asemejan a los huevos de las mariposas que la usan como hospedadora. Se trata de un ingenioso mecanismo que evita la oviposición por parte de otras mariposas. Las larvas que se desarrollan sobre las hojas se alimentan de ellas por lo que una superpoblación de larvas podría poner en peligro la integridad de la planta.

Otro ejemplo de coevolución con el que convivimos a diario es el microbioma humano. Este conjunto de microorganismos que habitan de forma natural en individuos sanos, ha coevolucionado con nosotros. Un ejemplo de ello son los microorganismos que habitan en nuestro tracto intestinal (Ruth, 2008).

En los últimos años ha surgido una teoría llamada Teoría Hologenómica de la evolución, según la cual, nuestro microbioma juega un papel fundamental en la evolución de la especie. Por ejemplo, estos micoorganismos son los encargados de producir compuestos aromáticos que actúan como reclamo sexual (feromonas) y por lo tanto condicionan la conducta reproductiva, y con ello, la supervivencia de la especie. Esto sugiere que el éxito en la reproducción de plantas y animales puede depender, en parte, del conjunto particular de microbios albergados por cada individuo.

Algunos investigadores han empezado a considerar a los individuos como el conjunto del individuo en sí y su microbioma y la coevolución de ambos podría ser determinante en la supervivencia del individuo. Un caso curioso se da en los corales. Debido a su escaso sistema inmune, no serían capaces de luchar contra infecciones simples que pronto se conviertirían en su sentencia de muerte. Su microbioma actúa como defensa en caso de infección, salvando así a los individuos (Donaire, 2013).

La coevolución es un proceso que aún presenta multitud de incógnitas a los investigadores, cuya respuesta puede ser clave para el paradigma evolutivo. Por ello, debemos centrar nuestros esfuerzos en esclarecer los sucesos coevolutivos y quién sabe si la concepción de la evolución podría cambiar por completo.

 

Bibliografía:

Donaire, P. (2013) Hologenoma: Una nueva visión de la evolución. Recuperado el 24 de abril de 2017 de: http://bitnavegante.blogspot.com.es/2013/01/hologenoma-una-nueva-vision-de-la-evolucion.html

Ene, I. V. y Bennett, R. J. (2014) The Red Queen hypothesis: Review from The cryptic sexual strategies of human fungal pathogens. Nature Reviews Microbiology, 12, 239–251. doi:10.1038/nrmicro3236

Janzen, D. H. (1980) When is it coevolution?. Evolution, 34(3) pp. 611-612.

Ruth, E. L., Hamady, M., Lozupone, C., Turnbaugh, P. J., Ramey, R. R., Bircher, J. S., Schlegel ML, Tucker TA, Schrenzel MD, Knight R, Gordon JI. (2008) Evolution of mammals and their gut microbes. Science, 20;320(5883):1647-51. doi: 10.1126/science.

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