Contador de Geiger para medir la radiactividad en material marino
Fuente: https://goo.gl/hR99Yy
¿De dónde surge la radiactividad? La radiactividad se puede definir como un fenómeno físico por el que los elementos radiactivos emiten radiación. Tiene la propiedad de crear impresiones en placas fotográficas, ionizar gases, producir fluorescencia, atravesar cuerpos opacos a la luz ordinaria, etc. La radiación se puede encontrar en diversos ambientes, uno de ellos puede ser el mar y toda la biodiversidad que se encuentra en él. Para que la radiactividad pueda fluir por diferentes aguas, necesitamos que las rocas que contengan material radiactivo, se erosionen y así, estos sedimentos puedan ser transportados por el cauce del río hasta su desembocadura. Este tipo de radiactividad no es la más importante, ya que la mayor parte de la concentración de material radiactivo en la naturaleza es resultado de la actividad humana, como por ejemplo las industrias nucleares, los combustibles fósiles, la producción y el uso de fertilizantes con fosfatos, los usos del uranio con fines militares, etc.
En los últimos años, se han llevado a cabo estudios para detectar cuanta concentración de material radiactivo puede encontrarse en la biodiversidad y ambientes marinos. Uno de estos ensayos se llevó a cabo en el Mar Báltico, no siendo este ni un océano ni un lago, sino una gran cuenca de agua salobre, que únicamente está conectado a los océanos del mundo por el estrecho danés, por lo que el agua de este mar apenas tiene movilidad y como consecuencia de ello, el material radiactivo puede permanecer durante mucho tiempo en estas aguas.
En primer lugar, se llevó a cabo el estudio de la acumulación de los isótopos de uranio-234 y uranio-238 en los diferentes órganos y tejidos de las aves marinas del sur del Mar Báltico. Con dicho experimento, se pudo demostrar que la radiación producida en estos animales se encuentra distribuida de forma irregular en órganos y tejidos. La mayor concentración se acumula en el hígado, los restos de las vísceras y las plumas, mientras que la menor concentración se localiza en la piel y los músculos. Por otro lado, entre el 63-67 % del uranio encontrado en las plumas, pareció estar aparentemente absorbido, lo que sugirió que dicha absorción puede ser una importante transferencia del uranio del aire al agua (Borylo et al., 2010).
En segundo lugar, se llevó a cabo un estudio del agua del mar Báltico, ya que, tras la contaminación radiactiva en Chernóbil en 1986, dos de los isótopos radiactivos contaminantes fueron el cesio-137 y el estroncio-90. Debido al lento intercambio de agua entre el Mar Báltico y el Mar del Norte y la relativa rapidez de la sedimentación, los isótopos radiactivos tienen tiempos de permanencia bastantes largos en suelos y aguas; además, el cesio-137 es transferido mucho más rápido en los sedimentos que el estroncio-90 (Ikäheimonen et al., 2009).
Como consecuencia de esto, hoy en día, el Mar Báltico es uno de los lugares con más contaminación radiactiva y aunque esta zona no es peligrosa para la vida, se debería proponer algunas medidas para no arrojar más material radiactivo al mar. Entre todos podemos cambiar este ambiente, ya que es por el bien del planeta.
REFERENCIAS
Boryło, A., Skwarzec, B., & Fabisiak, J. (2010). Bioaccumulation of uranium 234U and 238U in marine birds. Journal of Radioanalytical and Nuclear Chemistry, 284(1), 165-172.
Ikäheimonen, T. K., Outola, I., Vartti, V., & Kotilainen, P. (2009). Radioactivity in the baltic sea: Inventories and temporal trends of 137Cs and 90Sr in water and sediments. Journal of Radioanalytical and Nuclear Chemistry, 282(2), 419
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