Antes de comenzar debemos tener claro, ¿qué es la radiación? pues según la RAE (Real Academia Española) la definición de «radiación» es:
Del lat. radiatio, -ōnis ‘resplandor’.
- f.Fís. Acción y efecto de irradiar.
- f.Fís. Energía ondulatoria o partículas materiales que se propagan a través del espacio.
- f.Fís. Forma de propagarse la energía o las partículas.
Pero estas definiciones pueden confundir ya que el mar, una bombilla y una barra de uranio irradian olas, luz o partículas subatómicas respectivamente; entonces para dejar claro el tipo de radiación estamos hablando en cada caso se ha de mencionar la clase de la misma.
Ahora veremos que la radiación que estamos pensando en este instante es la procedente de la fisión nuclear, es decir, de la ruptura de los núcleos de algunos átomos. ¿Esto es natural o lo provocan los seres humanos?, pues ocurre naturalmente y de forma espontánea, pero el ser humano también provoca la ruptura de los átomos, sin embargo, nosotros hemos aprendido a controlar esta reacción y a usarla a nuestro favor. En las centrales nucleares de fisión desde un punto de vista muy general, tenemos un reactor cargado con un isotopo radiactivo enriquecido, se bombardea inicialmente con neutrones provocando la fisión de algunos átomos y estos liberan más neutrones que rompen más átomos hasta que se sature el proceso, esto es lo que se conoce como reacción en cadena autosostenida; mientras tanto se libera una ingente cantidad de calor que logramos transformar en electricidad, y vamos enfriamos el reactor para que no se descontrole la reacción como ocurrió en Fukushima, provocando una desastre (Ordiales, R,. 2007).
Desde pequeños empezamos a escuchar la palabra «radiación» y desde entonces empezamos a crearnos una idea de lo que es, pero dado que las definición formal es confusa para alguien que no tiene una referencia clara, vamos creando una imagen que solo comprende la parte mala y destructiva, olvidando que el altavoz irradia ondas mecánicas y tan solo recordando Chernobyl e Hirosima; este es el error que empieza a cuajar en nuestras mentes junto a una carga emocional que hace que dicha idea sea inamovible, solo con el estudio del fenómeno de la radiación desde un punto de vista físico podremos entender e ir apartando esta idea maliciosa y equivocada al menos en parte de la cabeza.
Una forma “rara” de recibir daño por la radiación es el sufrido por la munición de uranio empobrecido usado en múltiples conflictos; este tipo de munición con uranio empobrecido es la que contiene menos del 0.71% de U-235 y la forma en la que puede afectar al medio ambiente y a la salud humana (también al resto de formas de vida) es muy diversa, la más evidente es por el uso de este objeto, otra forma es la toxicidad de los metales pesados en los organismo, y por último la radiación emitida por los fragmentos y polvo liberados al destruirse las balas, aunque es discutido si afecta a la vida esto, muchos médicos han expresado su preocupación por el aumento de enfermedades con una posible causa radiactiva en personal militar y civil que ha estado expuesto a esta munición (Comité Internacional de la Cruz Roja, 2001).
En cuanto a enfermedades producidas directamente por la radiación, no hay una lista definida, pues los especialistas no se arriesgan a decir que esta patología es por esta radiación. De lo que si disponemos es de estadísticas muy detalladas y de precisos cálculos para determinar el riesgo de padecer una enfermedad según la dosis que se reciba. Para que no queden dudas sobre la gravedad de recibir radiación ionizante, pondremos unos ejemplos en los que sin duda la radiación ha debido de jugar algún papel.
UNICEF estimó que tras la catástrofe de Chernobyl, aumentaron los problemas del sistema nervioso un 43%; los trastornos digestivos 28% y los tumores malignos un 38%. La OMG (Organización Mundial de la Salud) reportó un aumento en el cáncer de tiroides en niños y adolescentes (unos 5000 casos), además se vieron alteraciones poco frecuentes en el ADN de los que sufrieron la exposición media-baja; ni hablar de los “exterminadores” que recibían dosis colosales continuamente mientras trabajaban para ralentizar la fuga radiactiva y proteger a personas que ni conocían, pero incluso con su trabajo se cree que la fuga afectó a unos 9 millones de seres humanos.
En Japón, Fukushima es el caso más sonado últimamente, pero mencionaremos una fuga radiactiva en la planta de tratamiento de uranio llamada Tokaimura en el año de 1999, donde un 30 de septiembre 3 trabajadores estuvieron expuestos directamente a la radiación, de los cuales 2 murieron en 4 y 7 meses. También se evaluó a todos los operarios en el momento de desastre y se hospitalizaron para monitorizarlos. El caso Hiroshi Ouchi ha sido tomado como ejemplo de los efectos de la radiación pues se tomaron imágenes de su evolución tras la exposición hasta el final, dejando en evidencia que no hay ninguna mentira en afirmar que la radiación en dosis elevadas, hace daño.
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Bibliografía de referencia:
Cometario del Comité Internacional de la Cruz Roja. (2001). Municiones de uranio empobrecido. Revista Internacional de la Cruz Roja.
Olcina, M. (2011). Energía nuclear: un cáncer para el medio ambiente. El Ecologista. no. 9.
Ordiales, R. (2007). Prontuario de la Radiación Electromagnética. El Escéptico. no. 9, p. 40-51.
Stellman, J.M. (1998). Enclyclopaedia of Occupational Health and Safety, ed. 4, cap. 48. International Labour Office Geneva.
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