Actualmente existe una crisis sanitaria por el sonado caso del nuevo coronavirus procedente, al parecer, de la provincia de Wuhan, China (virus que provoca la enfermedad COVID-19). Desde que se ha detectado al primer infectado, los estudios nos revelan que la mortalidad de este virus es de entorno al 2,3%. Se prevé una inversión de 675 millones de dólares americanos entre febrero y abril de este año para combatir la epidemia (1).
Según las previsiones, los avances sanitarios y los organismos de investigación permitirán que esta enfermedad pueda ser superada en poco tiempo. Sin embargo ante esta crisis, la Organización Mundial de la Salud (OMS, o WHO, del inglés World Health Organization) declaró la alerta sanitaria.
Por supuesto, es gracias a la posición de China en el panorama político internacional por lo que la OMS ha declarado esta alerta y se prevé tal inversión económica. Hay una gran diferencia entre los protocolos sanitarios de los países desarrollados y los países subdesarrollados. Desde el primer infectado por el SARSCoV-2 los medios de comunicación han alarmado a la población. Sin embargo, las enfermedades latentes en los países subdesarrollados no suele calar en los medios. Esto se explica por el paso de lo eventual a lo crónico.
La acción humanitaria es una respuesta puntual y concreta a determinadas crisis (ya sean catástrofes naturales o conflictos armados). Esta acción humanitaria llega a cronificarse en determinados países puede. En el ámbito de la salud podemos centrar nuestra atención en una serie de casos, por ejemplo la malaria. Es una enfermedad prevenible y tratable en los países desarrollados: existía en todo el mundo, pero su incidencia ha quedado reducida a poblaciones de recursos reducidos. A pesar de que la mitad de la población mundial estaba en riesgo de padecer el paludismo, en 2017 (con 219 millones de infectados y 435.000 fallecidos), en África subsahariana se encontraba el 93% de los casos y el 94% de las muertes por esta enfermedad (2).
Otro ejemplo: en 2018 hubo 10 millones de afectados por tuberculosis (3). En los países subdesarrollados azotados por estas enfermedades la estrategia está basada en ayuda humanitaria, en vez de cooperación al desarrollo, es decir, se priman las acciones para paliar los efectos más graves en lugar de trabajar con un sentido estratégico y estructural para solucionar el problema en el futuro.
Un último ejemplo: el cólera. Investigadores estiman desde 1,3 a 4 millones de afectados al año. Supone entre 21.000 y 143.000 muertes anuales. Para poder curar la enfermedad es imprescindible disponer de acceso al agua, ya que la muerte se produce por deshdratación, que puede ocurrir en cuestión de horas si no es tratada. Además, antes de que se manifieste, desde el primer día a los diez posteriores a la infección, el patógeno se encuentra en las heces del portador, por lo que son imprescindibles buenas condiciones de higiene si se pretende evitar el contagio. Esta enfermedad surge en zonas con difícil acceso al agua y con problemas de saneamiento. Tras el terremoto de Haití, un brote de cólera azotó a la población. “El cólera sigue siendo una amenaza global para la salud pública y un indicador de inequidad y falta de desarrollo social”, indica la OMS (4).
Esto demuestra que las medidas políticas de salud pública son manifestaciones de la economía, y la economía es el vehículo principal de las acciones políticas.
¿Por qué es un caso tan mediático?
El SARS-CoV-2 es un coronavirus de la familia de los virus causantes del resfriado común y enfermedades respiratorias agudas (5). Como nuevo virus que es, es necesaria la cooperación internacional y la actuación por parte de los organismos de prevención e investigación, a fin de que no se propague y que el impacto mundial se reduzca al mínimo. Sin embargo, algunas medidas recientemente tomadas deben ser vigiladas.
La cancelación de eventos como el Mobile World Crongress supone una gran caída en la economía de telefonía móvil china. El coste de la cancelación producida en Febrero del 2020 es de en torno a quinientos millones de euros (6). Sin embargo, habitualmente empresas como Apple (americana) no aparecen por el evento, y las que generan mayor expectación y un mayor impacto son Samsung (coreana), Xiaomi y Huawei (chinas).
En este contexto, la consecuencia del brote la COVID-19 más alarmante no es la mortalidad o el riesgo de propagación, sino la xenofobia; y las alarmas globales, ¿son fruto de una pandemia, o de una guerra comercial?
Autores: Óscar Costilla Legaz, Alba Casillas Nogales.
Bibliografía
1. WHO. El plan de preparación y respuesta mundial frente al nuevo coronavirus necesita US$ 675 millones. Retrieved from https://www.who.int/es/news-room/detail/05-02-2020-us-675-million-neededfor- new-coronavirus-preparedness-and-response-global-plan
2. WHO. (2018). Paludismo. Retrieved from https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/malaria
3. WHO. (2019b). Tuberculosis. Retrieved from https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/tuberculosis
4. WHO. (2019a). Cólera. Retrieved from https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/cholera
5. WHO.Preguntas y respuestas sobre la enfermedad por coronavirus (COVID-19). Retrieved from https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public/q-a-coronaviruses
6. Asenjo, L. (2020, Feb 24,). El impacto económico del mobile world congress: Qué se juega barcelonacon la feria que ingresará 470 millones de euros en la ciudad. Retrieved from https://www.businessinsider.es/impacto-economico-mobile-world-congress-barcelona-377975
Autores: Óscar Costilla Legaz, Alba Casillas Nogales.