En la esencia de la vocación sanitaria está la motivación por la mejora, por curar cada vez más y mejor.
Es hora de que se les reconozca públicamente y, sobre todo, institucionalmente. Saturar la jornada laboral de los sanitarios con asistencia pura y dura es ignorar que esa misma labor asistencial necesita de estudio, preparación e innovación. Cada avance científico debe ser tenido en cuenta para el mejor diagnóstico, tratamiento y seguimiento de la salud de un paciente.
La profesión sanitaria es consciente de ello, pero me temo que los gestores sanitarios aún no lo son y tan sólo valoran el número de pacientes tratados o la satisfacción inmediata del «cliente» ¿Para cuándo la valoración del número de pacientes curados en la evaluación de la rentabilidad de las inversiones sanitarias? ¿O la valoración de las horas de trabajo recuperadas por las tareas de prevención y educación en salud? ¿Y la valoración de la mejora en la calidad de vida del área sanitaria atendida? El día que los gestores, economistas y políticos incluyan esos datos en sus estadísticas se entenderá el valor de las labores docentes, investigadoras e innovadoras que tantos sanitarios realizan «en su tiempo libre».
Origen: Cómo los hospitales públicos innovadores nos están ayudando a superar la pandemia
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