A medida que nos acercamos en la historia, los avances tecnológicos y científicos cada vez hacen que la industria armamentística sea más sofisticada. El ejemplo más evidente es el nuclear, cuya aplicación moderna dejó su huella en Hiroshima y Nagasaki, como todos conocemos, en agosto de 1945. De ahí la importancia de concienciar a los científicos y técnicos, e inculcarles valores de ética, responsabilidad y desarrollo. En este breve comentario histórico nos vamos a detener en el uso menos pacífico de la biología, y en los actuales riesgos biológicos.
Los primeros usos de armas biológicas datan del período romano. En 184 d.C., Aníbal Barca, militar cartaginés, lanzó vasijas con serpientes de todo tipo a los barcos rivales. En las guerras de la Edad Media, cadáveres “apestados” o cargados de viruela fueron catapultados a las ciudades enemigas. Incluso, durante la guerra franco-india en Norteamérica, los británicos dieron a los indios leales mantas cargadas de viruela. Sin embargo, la biología de las armas se volvió más sofisticada según nos acercamos a la Primera Guerra Mundial. El uso de ántrax y vectores tales como cartas, hizo de la biología una amenaza seria, y de alta precisión (M. Eitzen E. et al., 1997).
Actualmente, el Protocolo de Ginebra (1925), la Asamblea de las Naciones Unidas de 1969 y la Convención Mundial de Armas Biológicas y Toxinas penalizan el uso de agentes biológicos para fines no pacíficos, así como su producción o almacenaje. Además, se han desarrollado unos planes de detección de amenazas criminales, mediante el estudio de las epidemias y sus gráficas epidemiológicas: el impacto de las infecciones en determinados sectores de la población (como pueden ser personas sanas), el patógeno, la zona, el tiempo de transmisión, o los focos de infección, pueden determinar si una epidemia es motivo de un ataque terrorista (paramilitar, revolucionario), militar o natural.
Tras el uso criminal de ántrax en EEUU en 2001, se estudió el impacto que podía tener el uso de agentes biológicos en su uso menos pacífico, debido al elevado coste que supondría un ataque de tal magnitud, imposible de afrontar por los gobiernos. Ponce de León-Rosales et al. (2001), mencionaban un modelo matemático que estimaba un coste de más de 26 billones de dólares por 100 000 personas expuestas a un ataque de este estilo en la frontera México-EEUU. Además, se ha estudiado la posibilidad de la reaparición de la viruela en México como riesgo biológico de tipo paramilitar (o, incluso, militar). Y es que dada la cercanía de este país con EEUU, al que algunos autores consideran el país con más riesgo de sufrir un ataque biológico, hace de México un foco en la posible reaparición de la viruela (teniendo en cuenta, además, los distintos intereses y conflictos entre estos países). Sin embargo, esto es muy poco probable. El virus de la viruela, Variola virus, ha sido prácticamente erradicado. Su existencia se ve reducida a dos laboratorios en el mundo: EEUU y Rusia, tras la eliminación de los restos en los laboratorios británico y sudafricano. A pesar de esto, a finales del siglo pasado, Ken Alibek, un científico ruso de gran relevancia, avisó de las intenciones militares de Rusia en lo referente a la viruela, en contraposición a lo previamente firmado por el país ruso en la Convención para la Eliminación de Armas Biológicas de 1972 (Franco-Paredes C. et al, 2003).
El aviso de Ken Alibek , sobre las intenciones que hubo por parte del gobierno ruso, es un claro ejemplo de que, a pesar de las restricciones a nivel internacional, las armas biológicas suponen un riesgo para la salud. Uno de ellos, la reaparición de la viruela en México, pone en evidencia la necesidad de realizar un plan de prevención no sólo a nivel internacional, sino también a nivel nacional por parte de los distintos países. Por otro lado, es necesario concienciar a los futuros investigadores y ampliar los estudios relativos a movimientos paramilitares, para frenar, o llegar a retener, las amenazas criminales modernas y sofisticadas.
BIBLIOGRAFÍA
• Franco-Paredes, C., Lammoglia, L., & Santos-Preciado, J. I. (2004). Perspectiva histórica de la viruela en México: aparición, eliminación y riesgo de reaparición por bioterrorismo. Gaceta médica de México, 140: 321-328.
• Ponce de León-Rosales, S., Lazcano-Ponce, E., Rangel-Frausto, M. S., Sosa-Lozano, L. A., & Huerta-Jiménez, M. A. (2001). Bioterrorismo: apuntes para una agenda de lo inesperado. Salud pública de México, 43: 589-603.
• Eitzen, E. M., & Takafuji, E. T. (1997). Historical overview of biological warfare. Medical aspects of chemical and biological warfare, 3: 414-423.
Revisado por: Mónica Gómez Vadillo.
Un apunte: Según la bibliografía, parece que los que usaron mantas infectadas de viruela no fueron los franceses, sino los británicos (Jeffrey Amherst). Cook, 2005 La conquista biológica. Las enfermedades en el Nuevo Mundo p.234-235. Ed Siglo XXI, Madrid.
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