Los resultados globales indican que si todas las ciudades analizadas fuesen capaces de cumplir con los niveles de PM2,5 y NO2 recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se podrían evitar 51.000 y 900 muertes prematuras cada año, respectivamente. Si todas las ciudades fueran capaces de igualar los registros de calidad del aire de la ciudad menos contaminada del listado, la mortalidad evitable sería notablemente mayor: 125.000 muertes prematuras evitables cada año gracias a la reducción de las concentraciones de PM2,5 y 79.000, por la reducción en NO2.
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